En el mes de septiembre, como parte de la Caravana por la Hospitalidad, hemos tenido el privilegio de visitar Bolivia y compartir camino con las amigas y amigos del Servicio Jesuita a Migrantes y colaboradores de la misión de la Compañía de Jesús en este país andino.
Desde el SJM Bolivia se realizan periódicamente visitas de reconocimiento de las regiones fronterizas donde acontece la migración, para poder dar cuenta de los retos y desafíos en el acompañamiento a las personas que por allí hacen su tránsito hacia y desde Chile, Perú o Argentina.
Compartimos aquí la crónica realizada por las compañeras del SJM Bolivia en su visita a la ciudad de Pisiga, frontera con Chile, y donde hemos tenido la oportunidad de encontrarnos y compartir el viaje por otras ciudades de Bolivia.
En esta mirada desde Bolivia se ha incluido una perspectiva nuestra del recorrido.
La Caravana por la Hospitalidad es una idea que nació en el año 2016 en la región fronteriza entre Venezuela y Colombia, como una invitación de personas de la Universidad Católica del Táchira y el Servicio Jesuita a Refugiados – Venezuela, para recrear los lazos de fraternidad y de hospitalidad entre las personas que habitan estos territorios cruzados profundamente por la migración, el refugio y el desplazamiento forzado.
Como Red Jesuita con Migrantes en Latinoamérica y el Caribe, hemos asumido esta propuesta como una manera de favorecer la cultura del encuentro humano, proponiendo una conversación con tres ideas principales que hemos aprendido en el camino de la migración forzada en el continente: 1. Depende de mí, como primer paso de responsabilidad individual para la transformación de la sociedad; 2. Todas y todos somos migrantes, como una comprensión de la historia compartida; y 3. Somos parte de la misma humanidad, como un reconocimiento del camino que nos puede ayudar a transitar tiempos de violencias y discriminación.
Partiendo desde la región fronteriza Venezuela – Colombia, y luego de recorrer Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, la Caravana por la Hospitalidad llega a Bolivia. Desde la ciudad de Iquique viajamos hacia Pisiga, para encontrarnos con el equipo del Servicio Jesuita a Migrantes de Bolivia. Para describir la situación actual del movimiento migratorio en este punto de tránsito fronterizo entre Chile y Bolivia, basta con decir que del transporte colectivo en el que viajamos junto con unas 30 personas más, solamente sellamos el pasaporte nosotras (Naty y Luis). Las otras personas, como en la mayoría de zonas de tránsito de la migración forzada, pasarían por pasos “no habilitados”.
Dos compañeras del SJM Bolivia, Gloria y Heydi, junto con un jesuita que se ha sumado al equipo recientemente, Jesús, nos esperaban para acompañarnos en un recorrido por Pisiga, Oruro, El Alto y La Paz. Este día hemos tenido la fortuna de coincidir equipos del SJM de Bolivia y de Chile; aunque no nos hemos encontrado en un mismo punto todas y todos, logramos sentir por un momento que somos Red de protección, de hospitalidad y de humanidad compartida. En todo el continente se están dando pasos seguros hacia una mayor colaboración en zonas fronterizas como esta, donde las personas migrantes requieren de acompañamiento cercano dada su mayor vulnerabilidad. También oportunidad para que organizaciones, instituciones, iglesias y organismos de los países nos podamos encontrar para buscar las mejores prácticas para garantizar la seguridad humana y el bienestar de las personas más allá de sus nacionalidades y estatus migratorios.
Luego de nuestro paso por Bolivia, seguimos el camino hacia Perú y Ecuador, con nuestro corazón lleno de agradecimiento por la hospitalidad de las personas que hemos encontrado en cada espacio de sensibilización, conversación y celebración. El Servicio Jesuita a Migrantes en Bolivia es la expresión concreta de la misión de Reconciliación y Justicia que como Compañía de Jesús nos mueve en la colaboración. Mujeres y hombres, la mayoría de ellas y ellos personas jóvenes, dando cada día otro paso más en ofrecer un servicio que parte del amor, y que va logrando mejorar la vida de las personas que han migrado dentro de Bolivia y desde otros países buscando recatar la dignidad.
Nos despedimos de La Paz en medio de una celebración intercultural favorecida por la presentación de danzas típicas de Venezuela, Perú y Bolivia; un tiempo de manifestación de la cultura diversa que somos y de la posibilidad de unir nuestros pasos en una danza común.
Seguimos en esta Caravana por la Hospitalidad, un tiempo para recordar que “el mundo cambia, si dos se miran y se reconocen”.
Naty y Luis.
Entre Lima y Quito, Octubre de 2022.
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