En medio de las dificultades de este tiempo, el SJM y la Fundación Protagonizar se unieron para llevar adelante un plan de trabajo colaborativo. Julio Villavicencio SJ, es el encargado del Servicio Jesuita a Migrantes en Argentina y Uruguay y nos cuenta cómo avanzan en esta tarea compartida de acompañar y atender la realidad de la población migrante.
Por Julio Villavicencio SJ, director del SJM ARU, nota publicada originalmente en la web de la Provincia ARU de los Jesuitas.
Las oficinas de Córdoba, San Miguel y CABA del SJM, en el marco del proyecto SJM – Protagonizar, hemos podido ser beneficiarios de un proyecto para ayuda humanitaria en tiempos de COVID-19. En este proyecto presentamos una acompañamiento integral en el contexto de Pandemia para familias migrantes. Tres son los puntos fundamentales del proyecto:
asistencia humanitaria: Comida, techo y medicinas.
acompañamiento psicosocial.
medios de vida a través de micro-emprendimientos. En este último punto la articulación se da a través de la Fundación Protagonizar y se pondrá en marcha en el llamado post-pandemia.
Quisiera compartirles particularmente el primer punto. La asistencia humanitaria en comida, techo y salud. En esta línea y durante este tiempo hemos podido realizar asistencia humanitaria en tres grandes rubros a más de 430 familias y personas migrantes. Muchas de estas de nacionalidad venezolana, paraguaya, colombiana, boliviana y ghanesa.
Alta vulnerabilidad
Estas familias y personas solas, han sufrido como el resto de los ciudadanos los efectos de la pandemia y de la cuarentena en sus economías. Sumándoles que esta población en particular tenía ya antes de este contexto de pandemia una situación de alta vulnerabilidad. Las causas de esto son múltiples, pero ente ellas se pueden contar que han llegado a país recientemente. Esto hace que estén sin documentación argentina y por lo tanto no pueden acceder a ningún beneficio social dados por el estado. También se le suma que muchos de ellos no tienen conocidos o familias en el país, con lo cual la red social que puede contener a muchos de los nacionales para evitar caer en la calle, en este caso no existe. No hay red, si no hay ingresos, solo caída libre. Finalmente, muchas de las familias que acompañamos viven en lugares muy precarios, alquilando habitaciones de manera informal y en condiciones de hacinamiento, generando dos factores muy peligroso: por un lado el DNU que evita los desalojos no los tiene en cuenta a ellos, pues no tienen contratos formales, y en segundo lugar, están mucho más expuestos al contagio del COVID19.
¿Cómo asistir en tiempos donde se reduce la circulación?
Dado que las ciudades donde estamos trabajando aún mantienen las normas de la cuarentena, es que nuestra atención y asistencia, ha tenido que adaptarse a la no circulación. De esta manera se ha desarrollado una ruta de atención la cual se hace a través de los medios que cuenta el SJM en cada una de sus oficinas, esto es whatsapp, Instagram, Facebook, email y la página web. Al ser tanta la demanda (mas de 100 solicitudes por semana), se invita a las personas a llenar un formulario, con sus necesidades y un grupo de voluntarios (20 aprox) distribuidos en Córdoba, San Miguel y CABA, se ponen en contacto con las personas y se les hace una breve entrevista para ver en profundidad su necesidad. Luego se arman bases de datos con las direcciones y necesidades de las familias, y una vez a la semana se realizan entregas puerta a puerta de ropa de abrigo, alimentos, medicamentos o ayuda para el hospedaje.
En San Miguel también se colabora con alimentos en territorio con una de las ollas populares que la comunidad paraguaya ha organizado en el barrio El Polo, así como también con la colaboración en leche para las chocolatadas que les entregan a más de 398 niños y niñas.
La ayuda ha sido así durante el último mes de 380 familias en CABA y partidos cercanos de la provincia de Buenos Aires, 73 en el partido de San Miguel y 56 familias en la ciudad de Córdoba.
Además de esta asistencia humanitaria, es bueno rescatar que la actividad del SJM ARU ha seguido con su trabajo en las demás áreas: pastoral, educación e incidencia. Así también como el trabajo en Montevideo a través de la reorganización del equipo con la llegada de un coordinador y con la entrega de ayuda en alimentos, ropa de abrigo y asesoramiento desde la parroquia San Ignacio.
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